jueves, 8 de abril de 2010

Drivers para Windows 7

La computadora es un elemento indispensable para trabajar en diseño gráfico, imagen y sonido. Hace más de 20 años que los músicos y estudios de grabación empezaron a usarla en los países desarrollados. Lo mismo sucedió en Argentina de la mano de una conocida empresa pionera y gracias al ingenio criollo que siempre se da maña para todo. A pesar de ello, todavía hay una gran cantidad de músicos desinformatizados que no se animan a tirarse a la pileta. ¿Por qué?
La imposibilidad de discernir. Convertirse en un buen músico es una ardua tarea que requiere muchas horas de práctica y perseverancia. Incorporar la técnica para tocar uno o más instrumentos, participar en ensambles, bandas u orquestas y cursar carreras de sonido; son algunas de las actividades requeridas. Pero todas ellas se vuelven sencillas y hasta naturales cuando se las compara con la tediosa tarea de adquirir los conocimientos tecnológicos que nos permitan elegir una buena interfase o placa de audio: lo esencial para trabajar con música o sonido en la computadora.
Por fin una solución práctica. Que sea full duplex, plug & play, que tenga Asio 2.0, frecuencia de muestreo de 96 kHz, baja latencia, rango dinámico superior a 113 dB, 24 bits de resolución y que forme parte de Sistemas Abiertos; son conceptos que definen a una buena interfase de audio. Es difícil conocerlos de antemano y por eso muchas veces se complica la elección. Sin embargo actualmente un camino muy sencillo para decidir qué comprar es descartar a las que no soportan Windows 7. Está comprobado que siempre, a través de la historia, las mejores placas de audio han soportado a los últimos sistemas operativos.
Relación calidad / sistema operativo. El costo de cualquier producto está formado por la suma de sus materiales o componentes (incluyendo la mano de obra) y el desarrollo. Este último es inmaterial y se calcula dividiendo el valor de las horas de trabajo que se necesitaron para diseñarlo, por la cantidad fabricada. Por ejemplo: supongamos que una empresa de muebles decide lanzar al mercado una nueva mesa. Para ello contrata a un desarrollador, quien por la suma de $ 5000, va a diseñarla conforme a las especificaciones que le fueron solicitadas. Luego, con el prototipo ya hecho, contrata a una manufacturera que se encargue de armar o construir, digamos por ejemplo: mil mesas, cobrando $ 20 por cada una (incluyendo los materiales). Entonces, para la mueblería, el costo de la mesa sería igual a 5.000 / 1.000 + 20. Es decir: $ 25 cada una.
¿Qué sucede cuando hablamos de tecnología de punta? El 80 % del costo de una interfase de audio para computadora se destina a amortizar los costos de desarrollo. Si, aunque usted no lo crea, es así. Se paga por el diseño mucho más de lo que se paga por los componentes y la mano de obra. Y a su vez, el 80 % de los costos de desarrollo se destina a crear los últimos drivers. Quiere decir que el 64 % del costo de una interfase de audio se aplica al desarrollo de sus drivers. Éstos son pequeños programas, especiales para cada modelo de interfase, que permiten que la misma pueda funcionar correctamente con los sistemas operativos (OS X en Mac; Windows XP, Vista o Seven en PC). Por lo tanto, si decidiéramos comprar una interfase que no trae el driver para el último sistema operativo, deberíamos pagarla casi un 65 % menos de lo que cuesta una de iguales características que si lo trae. Aunque en la vida real, nadie compra “pescado podrido” por más que se lo den a mitad de precio, ¿verdad? Se dice que la calidad de todo accesorio para computadora es directamente proporcional a la longevidad de los sistemas operativos que soporta.
Promesas sobre el bidet. La experiencia nos indica que si en la etapa de desarrollo, los fabricantes no previeron la creación de drivers para futuros sistemas operativos, difícilmente los tendrán listos después de lanzar al mercado su producto. Tal es el caso de las interfases de audio supuestamente “nuevas” que, hasta el momento de escribir este artículo (abril 2010), no traen driver para Windows 7 a pesar de que existen versiones beta del mismo desde hace un año. La inversión en desarrollo se hace siempre antes de fabricar el producto y nunca después de haber vendido la producción de éste. Más allá de las promesas que algún pícaro vendedor pueda hacernos, los hechos muestran que a posteriori los fabricantes no invierten dinero alguno en desarrollo.
Confirmemos la regla. Existen algunas honrosas excepciones que sólo se dan con productos muy exitosos. ¿Cómo es esto? Tomemos el ejemplo concreto de la legendaria Maya 44. En este caso la producción necesaria para amortizar los costos de desarrollo fue vendida en su totalidad antes de que se extinga su fuerte demanda. En consecuencia, sus creadores pudieron encarar una segunda producción destinando ese 64 % del costo al desarrollo de drivers para futuros sistemas operativos. Es así como, a pesar de que surgió hace más de 5 años, esta interfase de audio multipista fue una de las primeras en contar con driver para Windows 7.
Uno de los preceptos básicos de la informática dice que: “toda computadora nueva funciona mejor con el último sistema operativo”. Esto quiere decir que usar el último Windows nos permite tener mejor desempeño (velocidad, practicidad, facilidad de manejo, etc.). Ello no impide que actualmente, por falta de tiempo para migrar, costumbre o nostalgia, muchos músicos sigan usando Windows XP. Si Usted es uno de ellos, es posible que crea que comprar una interfase de audio sin driver para Windows 7 no lo afecte en nada. ¿Pero que sucederá cuando necesite actualizar su computadora? Seguramente se encuentre con que, por ejemplo, las nuevas placas de video, ya no traen driver para Windows XP. Y lo que es peor aún: seguramente las futuras versiones de los softwares de música más usados (Sonar, Nuendo, Cubase, Pro Tools) no soportaran al viejo Windows XP.
Conclusión: cuando advertimos que una interfase de audio nueva sin drivers para Windows 7 es lo primero a descartar para decidir una compra, no lo hacemos pensando sólo en las ventajas de usar el último sistema operativo ni por estar a la moda. Windows 7, al contrario de Vista y 2000, va en camino a reemplazar al XP y si una placa de audio actualmente no soporta Windows 7 es porque van a discontinuarla.

José Samplertini
josesamplertini@gmail.com
Fuentes consultadas: PC Sound, PC MIDI Center y NNV

viernes, 6 de noviembre de 2009

Calidad, Soporte y Garantía

El factor más importante a tener en cuenta al elegir una placa de audio es el soporte. No obstante ello, la mayoría de los músicos solemos definir nuestra elección apoyándonos en criterios triviales como la apariencia física, el renombre de una marca o la buena onda del vendedor. ¿Cómo es posible?

Cuando decimos soporte nos estamos refiriendo al soporte técnico. Éste es el apoyo, respaldo o ayuda técnica que brindan los fabricantes y distribuidores a los usuarios de sus productos. En el caso de las placas de audio, abarca aspectos tales como la instalación física, la instalación de los drivers y la configuración.

Calidad y Garantía
El soporte técnico es un servicio que está íntimamente relacionado con la calidad y la garantía de la placa.
La calidad, según el diccionario, es el conjunto de propiedades inherentes a algo, que permite juzgar su valor. En una placa de audio, el soporte es una de esas propiedades. De manera que la placa de audio será de mayor calidad cuanto mejor sea su soporte técnico.
La garantía, en el sentido más estricto, es el compromiso temporal del fabricante o vendedor, por el que se obliga a reparar gratuitamente algo vendido en caso de avería. Si lo vendido es una placa de audio, en el noventa por ciento de los casos, las averías se reparan haciendo una correcta instalación; ya que estadísticamente: nueve de cada diez supuestas averías corresponden en realidad a un problema de instalación o configuración.

Una anécdota
Hace un poco más de dos décadas, yo hacía jingles publicitarios con una caja de ritmos, un secuenciador y una portaestudio; cuando un compositor llamado Oscar Edelstein me dijo que con una computadora podría lograr mejores resultados en menos tiempo. Corrí eufórico al negocio más importante de instrumentos musicales de aquel entonces preguntando cuál era esa computadora. Para mi sorpresa, casi con un lápiz prendido de la oreja, el vendedor me dijo que nada sabían allí de computadoras. La misma escena se repitió, una por una, en todas las tiendas de instrumentos musicales. Peregriné entonces por cada una de las casas de computación encontrando respuestas simétricas a las anteriores, tipo: “nada entendemos de música, las computadoras no sirven para eso”. Confundido inicié mi búsqueda a través de libros, revistas y algunas clases con maestros tales como Daniel Sueiro, a quien le estoy profundamente agradecido. Con el tiempo fui encontrando algunas respuestas y muchas preguntas que me llevaron a escribir entre otras cosas esta columna.

¿Es febril la mirada?
En la actualidad, después de la explosión de las Tecnologías de la Información, la situación no ha cambiado demasiado. Salvo honrosas excepciones, tanto en las casas de informática como en las de instrumentos musicales nadie entiende sobre placas de audio. Y lo que es peor, ante la creciente demanda, han surgido marcas de placas desarrolladas por empresas líderes en otros palos (consolas, micrófonos, pedales de guitarra, sintetizadores, etc.) pero que nada tienen que ver con la IT. Es real que un sampler, por ejemplo, es un aparato electrónico y una placa de audio, en última instancia también lo es, y por ello supuestamente una marca que hace veinte años atrás era líder en la fabricación de módulos de sonido y samplers ahora está más capacitada para fabricar placas de audio que una que hacía guitarras criollas. Pero ambas están muy lejos aún de llegar a competir en calidad de desarrollo con las que comenzaron desde cero diseñando y produciendo placas de audio.
Todos los desarrolladores, fabricantes, importadores, distribuidores y vendedores de placas de audio improvisados están unidos por un común denominador: ignorar la importancia del soporte. De ahí se deriva su escasa o nula capacidad para brindar soporte técnico idóneo y especializado a todos los usuarios. Porque hasta no experimentarlo en carne propia todos suponen que vender una placa de audio debería ser similar a vender un metrónomo o un bombo legüero: el cliente lo elije, lo compra, se lo lleva a su casa lo prueba y tarda cuanto mucho diez segundos en darse cuenta si funciona bien o no. En las placas de audio, saber si anda bien, lleva algo más de tiempo pero ese no es el problema, el real problema es que un alto porcentaje de gente no logra instalarla correctamente y termina creyendo que no funciona. Ahí es donde entra en juego el factor más importante de la calidad de una placa de audio, de su garantía: el soporte.

¿A quien le importa quién lo importa?
En reglas generales, al comprar un producto importado la mayoría de nosotros no prestamos atención a quién lo importó. Simplemente vamos al punto de venta y lo compramos. En una placa de audio, a fuerza de golpes yo aprendí a fijarme especialmente quien es el importador. Primero elijo marcas cuyo trabajo principal sean las placas de audio, luego me fijo que sus importadores se dediquen específica o fundamentalmente a placas de audio porque se que son los más responsables en el servicio de soporte técnico. Independientemente de que pueda comprarlo en una casa de instrumentos musicales, en un shopping, en una casa de computación o por Mercadolibre, lo esencial es quién es el importador. Porque esa es la empresa qué será, en última instancia, responsable de cambiarme el producto si está defectuoso y de brindarme soporte técnico para que pueda yo instalarla correctamente.

Garantía de Drivers
El fabricante especializado además me garantiza que tendré en el futuro drivers nuevos a medida que vayan saliendo nuevas versiones de sistemas operativos. Si se trata de una empresa kamikaze que fabrica pedales de efectos por ejemplo o micrófonos y ahora lanza un micrófono USB o una multiefecto o consola con salida USB (es decir con placa de audio incorporada) no solamente es muy probable que no pueda sostener en el tiempo el desarrollo de los nuevos drivers sino que además ni siquiera traen drivers ASIO nativos, que son fundamentales para trabajar seriamente con música en la PC.

José Samplertini
josesamplertini@gmail.com

viernes, 16 de octubre de 2009

Conversores: segunda parte

Hablaremos hoy de la frecuencia de muestreo o frecuencia de sampleo (“sample rate”) de los conversores de la placa de audio.


Kilohercios
En la actualidad los avances más significativos en materia de softwares de música (Cubase, Nuendo, etc.) y placas de audio (ESI Pro, Terrasonic, etc.) provienen de Alemania. Por lo visto esto no es casual ya que en el siglo XIX hubo un visionario físico alemán (Heinrich Rudolf Hertz) que, al demostrar la existencia de la radiación electromagnética, sentó las bases para el surgimiento de muchos avances tecnológicos, de muchas cosas como la radio. En homenaje a él la unidad medida de frecuencia lleva su nombre: Hertz. Un Hertz o Hercio equivale a un ciclo por segundo.

Frecuencia de muestreo
Desde el conocimiento coloquial todos sabemos lo que es la frecuencia. Cuando hablamos de frecuencia cardiaca, por ejemplo, para referirnos a la cantidad de latidos por minuto del corazón. La altura de las notas musicales, a nivel acústico también se mide en ciclos por segundo (hertz). Recordemos que el “La 440” no es otra cosa que una nota musical cuya frecuencia fundamental es de 440 hertz. Es decir que el cono de un parlante por ejemplo, cuando reproduce un La 440 realiza 440 veces por segundo el mismo movimiento oscilatorio de adelante hacia atrás. Lo mismo sucede con el movimiento del diapasón que se usa para afinar los pianos.
Agreguemos a esto el hecho de que los movimientos oscilatorios del aire percibidos por el oído humano medio están comprendidos en una gama que comienza en los 20 hertz y alcanza a los 20.000 hertz (20 kHz), más o menos.

Volvamos ahora al conversor analógico/digital. Sabemos que el sonido consiste en una serie de vibraciones del aire, dijimos que las mismas son transformadas en ondas eléctricas por un micrófono e introducidas en la placa de audio. El “LA 440” del diapasón, por ejemplo, se transformaría en una corriente eléctrica de 440 Hz, es decir que la electricidad aumenta, disminuye y vuelve a aumentar 440 veces por segundo.
El conversor es algo así como una máquina que mide continuamente el valor exacto de la electricidad muchas veces, digamos 44.100 veces por segundo, es decir: 44.1kHz. Luego, expresa en un número binario cada uno de los valores medidos.

Historia
Para la creación de los discos compactos, a finales de la década del setenta, se unificaron los criterios en 44.1 kHz y 16 bits. Eligeron 44.100 veces por segundo porque se basaron en la premisa de que había que duplicar la frecuencia más alta audible que se supone es de 22 kHz para poder obtener un muestreo fidedigno. Es decir que un reproductor de CDs lee 44.100 muestras por segundo de números binarios (ceros y unos) de 16 cifras, con las cuales se pueden representar hasta 65.536 niveles.
Las placas de audio fueron incrementando la frecuencia de muestreo a medida que avanzaron. Partiendo de la calidad del disco compacto (44.1 kHz) pasaron a 48 Khz igualando así a los Digital Audio Tapes (DATs). Luego pegaron un salto a 96 Khz, lo cual es mucho. Y en seguida aparecieron otras de 192 Khz, es decir el doble del doble de los Adats por ejemplo.

El Estándar
No obstante ello, sin duda en la actualidad el estándar para la grabación profesional de audio es de 24 bits y 48 kHz o 96 kHz. La pregunta que surge es ¿por qué razón si la tecnología disponible permite grabar hasta en 192 kHz, lo usual es grabar en 48 o 96?
Allá por el 2005, cuanto aparecieron las primeras placas de audio capaces de grabar a 192 kHz, lo primero que hicieron los fanáticos de la calidad, entre los cuales me incluyo, fue probarlas. Oír cómo suena una voz líder, por ejemplo, un Steinway, una guitarra española o un Marshall con una Stratocaster. Ya 48 kHz, sonaban geniales y nos costaba encontrar la diferencia con los 96 kHz, ¿qué pasaría con los 192? Nada, sonaba bien pero no tanto como esperábamos. “¿En dónde está la ventaja?” me preguntaba, puesto que la desventaja era obvia: un montón de espacio extra en memorias y discos rígidos.

Experimento
Surgió entonces la idea de realizar un experimento sencillo que pudiera empíricamente arrojar aunque sea un poco de luz sobre aquella incógnita. Llamamos a un cantante lírico, un violinista y un contrabajista a nuestro laboratorio y les pedimos que hicieran lo que mejor saben. Dio la casualidad de que no sabían hacer otra cosa que música así que los grabamos. Para ello usamos 2 computadoras idénticas con la misma placa de audio (una Juli@), cada una conectada a un micrófono AKG 414 a través de un preamplificador valvular Focusrite. Usamos este equipamiento porque en aquel entonces lo considerábamos insuperable en nuestras latitudes, ya no. Ubicamos ambos micrófonos en el aire de manera tal que no hubiera forma de que tomaran diferente señal. Grabamos en una sola toma una bellísima versión de Greensleeves en cada una de las compus a 24 bits, pero una en 96 kHz y la otra en 192 kHz. Le hicimos escuchar ambas grabaciones a 10 ingenieros de sonido de amplia trayectoria consultándoles si podían hallar alguna diferencia de calidad y en ese caso decir cuál era superior. El resultado: 4 dijeron que era el mismo archivo, es decir que no encontraban diferencia alguna, otros 4 encontraron superior al de 96 kHz (yo fui uno de ellos) y los otros dos acertaron al decir que el superior era el de 192 kHz.
Por supuesto, esto no prueba que al grabar en 96 se obtenga una calidad superior que en 192 kHz sino que la diferencia de calidad entre 96 y 192 kHz es difícil de percibir, al menos, claro está, para los oídos de profesionales del sonido.

Lo superfluo
No paguemos de más por placas que graban a 192 kHz, hay otras prestaciones que valen mucho más como lo son la garantía y el soporte técnico de la compañía que los vende en Argentina, siempre es mejor si se trata de especialistas en la materia que de poli-rubros.

José Samplertini
josesamplertini@gmail.com

Nota: agradezco los emails recibidos y para los que consultaron dónde encontrar los números anteriores de esta serie, los invito a mi blog: www.laplacadeaudio.blogspot.com

viernes, 18 de septiembre de 2009

Conversores: primera parte

La calidad de una la placa de audio está determinada, además del soporte técnico idóneo y la garantía que brindan sus importadores y fabricantes, por los conversores AD/DA (analógico a digital y viceversa) que posea. Y más allá de ciertas sutilezas, la calidad de audio de los conversores está dada básicamente por su resolución.

Conversor AD/DA

Como habíamos mencionado en los números anteriores, las placas de audio tienen entradas por donde se enchufan instrumentos, micrófonos u otras señales analógicas, para ser grabadas en la computadora. Estas señales consisten, por ejemplo, en una corriente eléctrica generada por un micrófono, a imagen y semejanza de las vibraciones que en el aire produjeron las cuerdas vocales de un cantante. Ahora bien, tal cuál como ingresan a la placa de audio, no pueden ser utilizadas por la computadora puesto que se encuentran en estado analógico. ¿Qué es esto? Al sonido más fuerte le corresponde la tensión eléctrica más alta y al silencio la más baja; al sonido más agudo le corresponde la mayor frecuencia eléctrica y al más grave, la menor.

Entonces, para poder ingresar esas señales a la computadora es necesario convertirlas a formato digital. La función principal de las placas de audio actuales es convertir señales analógicas en digitales (para ser tratadas por la compu) y digitales en analógicas (para ser escuchadas a través de los parlantes). Por eso son llamadas, también, interfases de audio, ya que interconectan o intercomunican el dominio real o analógico con el digital. Por lo tanto es correcto decir que: la parte principal de la placa de audio es el conversor AD/DA.

Resolución

La resolución de un conversor de audio está determinada por los bits. La palabra bit, que proviene de la unión de dos vocablos ingleses (Binary Digit), representa la unidad más pequeña de información digital. Como ya sabemos, el sistema de numeración decimal tiene diez dígitos diferentes mientras que el binario solamente dos (cero y uno). Un bit no es otra cosa que una cifra de un número binario. Quiere decir que cuando decimos, por ejemplo: 8 bits, estamos haciendo referencia a un número binario de 8 cifras, es decir: una combinación de ocho números ceros o unos. Es más fácil pensar en la metáfora de la lámpara encendida (que simboliza el uno) y apagada (el cero). En binario, con estas ocho cifras, se puede contar hasta 256 (esto viene de 2 a la octava potencia). Por eso, en un conversor de 8 bits, la diferencia entre el sonido más débil y el más fuerte está dividida en 256 niveles (segmentos o escalones).

Historia

AdLib y SoundBlaster, las primeras placas de audio de relativa popularidad, tenían conversores de 8 bits. Lamentablemente esa calidad no sirvió, ni siquiera en aquel entonces, para trabajar seriamente con sonido; ya que el piso de ruido es muy elevado (-48db) cuando se usan apenas 256 “escalones”. Un poco antes que ellas, llegaron los primeros samplers, como el Akai S-612, cuya resolución era de 12 bits (4.096 segmentos). Estos sí, fueron utilizados profesionalmente en música, a pesar de tener poca fidelidad. Sospecho que ha sido porque era una novedad, en aquel entonces poder “samplear”. Es decir: grabar un sonido cualquiera (de un instrumento o no) para luego afinarlo y dispararlo desde cualquier controlador midi.

Calidad CD

En 1990 nació el primer sistema de masterización digital que no era otra cosa que una placa de audio con conversores de 16 bits (65.536 segmentos). Se llamaba 56 K, lo desarrolló la empresa californiana Turtle Beach Systems y fue la sentencia de muerte para los grabadores de cinta de carretes abiertos que se usaban en aquel entonces. Hasta ese momento se consideraba como algo insuperable la calidad de digitalización (conversión analógica a digital) de los discos compactos (CD) que son de 16 bits. Pero una década más tarde, el estándar de los conversores AD/DA que manejan sonido profesional termina situándose definitivamente en 24 bits, lo cuál implica tener 16.777.216 intervalos.

Advertencia

Me ha pasado, luego de explicar esto, ver a mis alumnos en las tiendas pidiendo placas de audio de 32 y hasta 64 bits. Claro, el razonamiento que hacían era lógico. Si, por un lado, la calidad de la placa de audio está dada mayormente sus conversores y éstos son mejores cuantos más bits tienen (primero 8, luego 16 y más tarde 24); y por el otro: la tecnología avanza a un ritmo tan vertiginoso que la mayoría de las veces nos sorprende lo obsoleto que están nuestros conocimientos o equipos; ¿por qué no acortar camino buscando conversores de 32 o 64 bits? La respuesta es muy sencilla: porque no existen ni siquiera en los planes de los desarrolladores debido a que 24 bits es más que suficiente por ahora para la conversión de audio profesional. De hecho no hay ningún límite tecnológico que impida que las placas de audio tengan conversores de 64 bits ya que de hecho los procesadores de las computadoras manejan actualmente los datos en números de 64 bits.

Precisamente, estos 32 bits que maneja el puerto PCI de la computadora dieron lugar a que algunos desinformados compraran placas de audio convencidos de tenían conversores de 32 bits. En las cajas y especificaciones suele decir “32 bits” pero haciendo alusión a la transferencia de datos, NO a la resolución de los conversores, que es lo que realmente interesa. Una vez más la viveza “criolla”, siempre contemplada en nuestros análisis, se hace presente de la mano del vendedor inescrupuloso que comete dolo presuntamente por ignorancia. Obvio que todas las placas PCI, por definición, transmiten datos en 32 bits, pero eso no significa de ningún modo que los conversores trabajen en 32 bits.

En la próxima trataremos de terminar de hablar de conversores refiriéndonos a los kilohercios.

José Samplertini

josesamplertini@gmail.com


El mito de los DSPs

“Cocodrilo que se duerme es cartera” decía un cazador de mitos. Todavía hay quienes –por melancolía, nostalgia, comodidad o simplemente: negocio– se aferran al pasado y ello en tecnología musical puede ser letal. Si no lo creen veamos lo que sucede en Argentina con los DSPs y los vendedores de placas ASIO.

¿Qué es un DSP?

DSP (digital signal procesor) es una sigla en inglés utilizada para denominar cualquier dispositivo que procesa digitalmente una señal, generalmente de audio. Si bien se trata de un chip microprocesador, el término suele aplicarse por extensión a multiefectos (para guitarra, voces y mastering) ya sean físicos (hardware) o virtuales (software).

Tengamos en cuenta que una señal de audio digitalizada, en última instancia, no es otra cosa que una sucesión de números binarios (ceros y unos). Entonces, procesar digitalmente esta señal significa realizar operaciones matemáticas con esos números. El resultado de dichas operaciones son otros números que expresan la señal de audio modificada, por ejemplo: el sonido de una guitarra con chorus.

¿Dónde se utilizan los DSPs?

Nacieron pensados para el audio digital pero actualmente, por el desarrollo que alcanzaron, se utilizan también en la industria para análisis de señales en las técnicas de predicción de fallas, en instrumental electrónico de electromedicina y por supuesto en teléfonos celulares, faxes y casi cualquier aparato que trabaje con sonido digital como por ejemplo: placas de audio.


¿Todas las placas de audio tienen un DSP?

No. Actualmente las placas ASIO poseen un DSP incorporado que permite un proceso rápido y efectivo con latencias cercanas a cero, casi independientemente del microprocesador que posea la PC, mientras que las placas de audio comunes, como las que vienen integradas en las placas madres, no lo tienen, por ello son más económicas y producen latencia audible (mayor de 20 milisegundos).

¿Es necesario un DSP en una placa ASIO?

Si. Porque las placas ASIO deben manejar grandes señales de audio (24 bits a 192 kHz) en múltiples pistas inclusive, con períodos muy breves de tiempo, para no producir latencia audible. Por supuesto que, en la medida que los microprocesadores de las computadoras han avanzado, están capacitados para manejar audio digital en tiempos breves. Por ello muchos suponen que las placas ASIO podrían prescindir de usar un DSP. Pero lo concreto nos dice que, al menos hasta ahora: todas las placas ASIO incluyen un DSP. Además ninguna de las placas de audio que no tienen DSP soportan ASIO nativo, es decir no traen drivers ASIO propios y sólo pueden usar los genéricos (tipo “Asio for all”) que –dicho sea de paso– todos hemos comprobado que son tan inestables que no pueden usarse profesionalmente.

¿Cómo saber si una placa de audio tiene DSP?

Muy sencillo, si viene con drivers ASIO provistos por el fabricante de la placa, entonces tiene DSP.

Ahora bien, no todos los DSPs son iguales, algunos son más modernos y veloces que otros. Y las placas ASIO no traen todas el mismo DSP. Por ejemplo: hay placas exclusivamente dedicadas al procesamiento de señales en tiempo real y debido a ello incluyen más de un chip DSP.

Allá por el 2005 algunos fabricantes de placas de audio hacían mucho alarde de sus DSPs porque eran de determinada marca (más conocida que la de la placa de audio). Hay sobrados ejemplos de ello en el mercado. Algo así como el viejo truco de plotear las marcas de las guitarras más famosas en el letrero del local de Don Pepe.

¿Es relevante saber cuál es el DSP que tiene una placa?

No. Actualmente no nos dice nada conocer exactamente cuál es el DSP que posee una placa para compararla con otra. Es por eso que, después de los míticos y legendarios modelos “Multisound” de Turtle Beach Systems o “Sample Cell” de Digidesign que traían DSPs marca Motorota modelo 56002, los fabricantes de placas de audio dejaron de mencionarlo dentro de las características esenciales del producto. Porque ello no nos garantizaría la performance de la placa, puesto que otros factores como las características de los conversores influyen mucho más en la misma.

Advertencia:

Todavía hay en el mercado local, stocks de placas ASIO viejas que pregonan, en sus envoltorios, que incluyen un DSP como si esto fuera la panacea. Cualquier persona, al leerlo, si no sabe que el producto tiene más de 5 años de antigüedad (lo cuál en tecnología musical es una eternidad) tiende a pensar –y otra vez aquí está la malicia de los inescrupulosos vendedores de buzones argentinos que se aprovechan de los que menos acceso al conocimiento tienen– que es la única placa que tiene DSPs. Cuando la realidad es que, en el momento en que se fabricó la misma, todavía era una novedad que tuvieran incorporados DSP y por eso lo decía en su caja pero actualmente –como todas las placas ASIO traen DSPs muy superiores– ya ninguna lo coloca dentro de sus características esenciales o distintivas.

Tendencia: Las marcas líderes de placas de audio están incluyendo DSPs fabricados especialmente para ellas. ¿Cómo? Pidiéndole al fabricante del DSP (TI, Motorola, Cirrus, o el que fuera) que manufacture determinado modelo de chip para sus placas y le coloque el firmware de su placa (desarrollado por el fabricante de la placa). Esto tiene la tremenda ventaja de poder aprovechar al máximo la capacidad del DSP. Y también implica que: los mismos no pueden ser utilizados por otras marcas y que sus fabricantes no mencionen, ni siquiera en la documentación que acompaña a sus placas, las especificaciones de los mismos.

Espero esto haya contribuido a arrojar un poco de luz sobre el mito de los DSPs en las placas ASIO y los esperamos la próxima con: Los Conversores.

José Samplertini

miércoles, 29 de julio de 2009

Tipos de Entradas

En el número anterior estuvimos viendo cuántas entradas de audio necesitamos que posea la placa, de acuerdo a las tareas de producción musical que uno piensa realizar. Ahora hablaremos de los diferentes tipos de entradas de audio y sus usos.

Las entradas de audio son los lugares físicos por donde ingresa a la placa Asio el sonido de lo que vamos a grabar. El resto de las conexiones que puede traer una placa de audio (Word Clock, SMPTE, MIDI, etc.) serán tratados más adelante.
Además de los diferentes conectores de cada entrada y de los distintos dispositivos que se pueden conectar a ellas, las entradas de audio se diferencian por el formato en el que reciben la señal. Si damos una rápida mirada al cuadro adjunto, veremos que se pueden agrupar en dos categorías: Analógicas y Digitales. Las analógicas pueden ser de micrófono, de instrumento o de línea, mientras que las digitales: SP/Dif, Light Pipe o AES/EBU.


Las entradas analógicas reciben el sonido en forma de ondas eléctricas, cuyas cualidades son una analogía de las ondas sonoras que las originaron y por lo tanto de los movimientos de la membranas de los transductores (parlantes y micrófonos). Es decir que a un sonido agudo le corresponde un movimiento oscilatorio y una corriente eléctrica de frecuencia mayor que la de un sonido grave.
La diferencia entre las entradas de micrófono, de instrumento y de línea está dada básicamente por la magnitud de las señales eléctricas que admiten. Mientras que la entrada de micrófono acepta valores de 10 a 30 mV (milésimas de Volt), la de línea lo hace: de 500 mV a 2 Volts. Esta diferencia de magnitud es lo que hace que si conectamos un micrófono en una entrada de línea, la señal que grabemos vaya a ser muy débil y el piso de ruido muy elevado. Por otro lado, si conectamos la salida de una compactera por ejemplo a una entrada de micrófono, la grabación seguramente saldrá saturada.
Las entradas de micrófono pueden tener o no phantom power. El mismo consiste en una alimentación que se le envía al micrófono a través de su mismo cable. Lo importante es que todos los micrófonos de condensador requieren de esta alimentación y por ende se conectan en entradas de micrófono con phantom power, mientras que los micrófonos dinámicos no requieren de esta alimentación puesto que son pasivos. En el estudio de grabación por lo general se usan micrófonos de condensador debido a que tienen mayor calidad, definición y sensibilidad que los dinámicos.
Debido a que el phantom se puede activar o desactivar, las entradas que lo poseen son más versátiles ya que sirven para todos los tipos de micrófonos.
Las entradas de línea sirven para conectar cualquier tipo de salida de línea, ya sea de una compactera, un mixer, un I pod, una pedalera, un amplificador, etc.
Las entradas de micrófono por lo general traen la posibilidad de usarse como entradas de línea mediante un interruptor. Pero las de línea no se pueden convertir en micrófono ya que para elevar el nivel de señal del micrófono a línea se requiere un preamplificador. Ergo, todas las placas que tienen entradas de micrófono incluyen un preamplificador. Lo mismo sucede con las que traen entradas de instrumento (HiZ) o de phono, simplemente varían las características de dicho preamplificador. Por eso es que cuantas más entradas de micrófonos posee una placa de audio, más electrónica tiene, más compleja es y más costosa resulta.
Lo que generalmente define si comprar una placa Asio con 8 entradas de micrófono u 8 entradas de línea no es simplemente si vamos a conectar 8 micrófonos o no, sino si vamos a amortizar el valor de la misma en su tiempo de vida útil (4 años promedio). Las placas con preamplificadores de micrófono incluido son más costosas que las que no lo tienen y por lo general con la diferencia de precio podemos comprar un preamplificador aparte. Esto último tiene una sola contra que es que tenemos que interconectar las salidas del pre a la entrada de la placa, es decir usar un cable más. Como contrapartida tiene muchas ventajas:
Durabilidad. Un preamplificador separado no se vuelve obsoleto tan rápido como el sistema operativo de la computadora, la tecnología de la placa, ni sus drivers.
Practicidad. Al estar separado de la placa Asio se puede desconectar y usar con otros dispositivos como patcheras, mesas mezcladoras, etc, atendiendo a nuevas o imprevistas necesidades.
Precio. Como dijimos es más económico un preamplificador aparte de la misma calidad que el de la placa Asio que si viene incluida en ella. Esto es porque los fabricantes de placas no son desarrolladores de preamplificadores sino más bien de conversores AD/DA y de drivers Asio que son el cerebro de la placa.
Calidad. Si el bolsillo nos lo permite podemos usar preamplificadores valvulares de muy alta calidad, de esos que no vienen incluidos ni en las placas Asio más costosas.
Los espero la próxima para ver el mito de los DSPs.

José Samplertini
josesamplertini@gmail.com

martes, 2 de junio de 2009

Cuántas entradas

En los números anteriores hemos hablado de las ventajas que poseen las placas de audio según sean internas, externas, USB 1, 2, Firewire, PCI o PCI express. En esta nueva entrega presentamos los aspectos más influyentes a la hora de discernir cuántas entradas debería tener la placa de audio para adecuarse a nuestro estudio de grabación.


De acuerdo a la cantidad de entradas de audio, las placas suelen clasificarse en:

1- Placas de Audio propiamente dichas. Las que tienen una entrada estéreo (o dos entradas mono).

2- Placas Multipista. Tienen más de dos entradas de audio mono. Pueden ser 4, 8, 10, 12, 16, etc. Siempre que se alude a la cantidad de entradas de audio se está hablando de entradas monofónicas. Es decir que para trabajar con 2 señales estereofónicas, por ejemplo, hace falta una placa multipista de 4 entradas, 2 de las cuales se usarán para un par estéreo (Izquierdo/Derecho) y las otras 2 para el otro.

¿Cuál es la ventaja de una placa multipista respecto a las comunes? La posibilidad de grabar simultáneamente diferentes señales de audio en pistas separadas. Por ejemplo la grabación de una batería con 6 o más micrófonos, un cuarteto de vientos o de violines, etc. No va a faltar quien piense: “si yo tengo una consola con 6 entradas de micrófono puedo mezclar todo y de ahí entrar a la placa de audio y con un programa multipista las separo en la compu”. Lamentablemente, eso no es posible, puesto que una vez mezcladas, las señales no pueden ser separadas. Algo semejante a lo que sucedería si mezcláramos pinturas de distintos colores en un tacho y quisiéramos separarlas después.

¿Cuándo son suficientes 2 o 4 entradas? Generalmente cuando se trata de Estudios de Grabación Personal – si se me permite la expresión- monousuarios, es decir que los usa una sola persona a la vez. Porque las placas con 2 entradas permiten grabar a lo sumo 2 ejecuciones simultáneamente y ello es más de lo que un músico solo puede tocar en una misma toma. El trabajo en un EGP, por lo general, consiste en grabar una pista, luego otra, después la siguiente, y así sucesivamente; siempre tocadas por la misma persona. Aquí vale la pena aclarar que existen en el mercado ciertas placas multipista de 4 entradas cuyo precio es apenas un 10 % mayor al de una placa de 2 entradas. Por eso son muy “populares” en los estudios de grabación personal ya que pagando un poco más tenemos el doble de entradas.

¿Qué pasa si nuestro instrumento es la batería? Bueno… los bateristas siempre fueron problemáticos, necesitan más espacio, más volumen y -en el estudio de grabación personal- más pistas. Es necesario que el bombo, el tambor, los platos y el hi-hat sean grabados en pistas separadas para poder darles, en el momento de la mezcla, un nivel adecuado de paneo, volumen y reverb a cada uno; además de un efecto y una ecualización específicas. Entonces, para grabar una batería, 2 entradas no son suficientes. Cuatro serían mejor pero aún estaríamos muy limitados. A partir de 6 entradas comienza a ser lo comúnmente usado para grabar una batería.

Tomando en cuenta la experiencia en el asesoramiento de placas de audio para músicos y estudios de grabación recogida a lo largo de estos últimos 20 años, podría hacer la siguiente simplificación, representada en el cuadro de abajo.




Los estudios de grabación personal (EGPs) suelen requerir placas de audio de 2 o de 4 entradas. Las salas de ensayo, los estudios de grabación personales de bateristas así como los estudios de grabación pequeños suelen usar placas multipistas de 6, 8 o 10 entradas de audio. Mientras que los estudios de grabación que trabajan para terceros suelen utilizar placas de audio de 12 o más entradas y apilables, es decir de las que se pueden colocar más de una en la misma computadora para obtener así 16, 24, 36, 48 o más entradas.

Además debemos destacar que para Djing se requiere de placas de audio de 4 entradas para ingresar la señal proveniente de 2 bandejas (o compacteras, ipods, mp3s, etc.) simultáneamente, y de 4 salidas, para monitorear.

Entradas digitales. Tengamos presente que hasta aquí hemos hablado de entradas de audio pero no especificamos si las mismas son analógicas o digitales. Eso mismo suelen realizar los fabricantes de las mismas cuando diseñan sus nombres y publicidades. En consecuencia hay muchos modelos que se llaman 66, por ejemplo, haciendo alusión a 6 entradas y 6 salidas, pero 2 de las cuales son digitales. Que sean digitales implican indefectiblemente que no se pueda conectar una guitarra, un micrófono ni cualquier otra señal analógica.

El viejo truco de las falsas entradas. Cuidado. Algunos vendedores inexpertos de placas de audio - por ignorancia o malicia, quién sabe - suelen confundir cantidad con tipo. Entonces si la ficha técnica de una placa de audio, por ejemplo, dice que trae: 2 entradas de micrófono, línea o instrumento ellos nos dicen: “esta tiene 4 entradas: dos de micrófono, una de línea y una de instrumento.” Cuando en realidad se trata de una placa de solamente 2 entradas. A cada una de ellas se le puede conectar un micrófono, una señal de línea o un instrumento por vez. O sea una de esas 3 y no las 3 simultáneamente.

Para que no nos suceda a nosotros confundir cantidad con tipo, los espero en la próxima entrega con: tipos de entrada.


José Samplertini

josesamplertini@gmail.com